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Confrontamos dilemas éticos con coraje 

La expansión global presenta nuevos desafíos éticos, una realidad que inspira a Cargill a redactar los Principios guía. 

January 01, 2015

Desde su fundación en 1865, Cargill ha trabajado para mantener una reputación ética y confiable. No obstante, a medida que la empresa se expandía, y evolucionaba de un negocio de granos pequeño en crecimiento en Estados Unidos a un comerciante mundial, el mantenimiento de la integridad y la transparencia en toda la organización se presentaba como un desafío más complejo, que requería los esfuerzos de todos los empleados.

Uno de esos empleados era Ricardo “Ric” Robles, que trabajaba en el negocio de comercialización de bienes de consumo de Cargill. A Robles se le había asignado buscar un nuevo negocio en América Latina. En 1960, llegó a Panamá, donde se reunió con un hombre de negocios de una familia panameña muy distinguida. Cuando se reunieron en un almuerzo, el hombre de negocios le ofreció a Robles USD 70 000 para que lo asignara como agente latinoamericano de Cargill. Muy ofendido por el soborno, Robles se levantó y se retiró de la mesa antes de que siquiera sirvieran su comida.

Semanas más tarde, cuando Robles se encontraba nuevamente en la sede de la empresa en Minneapolis, Minnesota, el ejecutivo de Cargill Fred Seed se le acercó para hablar sobre el incidente. Para la sorpresa de Robles, Seed se había enterado de lo sucedido en la reunión de Panamá, y estaba impresionado con sus acciones. Felicitó a Robles por mantener los valores de Cargill y por “no hacer negocios de la forma incorrecta”. Sorprendido, Robles le preguntó a Seed cómo se había enterado de la oferta. Seed explicó que se había enterado por medio del Chase Bank en Panamá. Luego de que Robles se fuera del almuerzo en Panamá, el hombre de negocios visitó la institución financiera, quejándose con los banqueros sobre “un hombre de Cargill que pensaba que era ‘más papista que el Papa’”.

Ric Robles, de Cargill, recuerda los años 1960 en Panamá, y cuenta la historia de cuando le ofrecieron un soborno comercial. 

La confrontación subrayó una necesidad dentro de la creciente organización: si bien Robles comprendía las expectativas de Cargill, la empresa nunca las había escrito oficialmente. En 1975, el director ejecutivo Whitney MacMillan siguió la sugerencia de su antecesor, Erwin Kelm, y redactó la Declaración de Cargill sobre Conducta, Estándares y Pautas Empresariales (Cargill Statement on Business Conduct, Standards and Guidelines) donde documentó los valores principales de la empresa.

El documento serviría como un marco que más tarde otros líderes perfeccionarían, y se redactarían, entre otros, los Principios Guía, como parte de un código de conducta más amplio que la red mundial de Cargill sigue en la actualidad. Además de orientar a los empleados en situaciones desafiantes, estos principios sirven como un recordatorio importante: no solo importan los resultados, sino también el medio para lograrlos.