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Retrato de un líder: Whitney MacMillan 

De 1976 a 1995, el director ejecutivo continúa con el legado de los líderes miembros de la familia fundadora de Cargill, poniendo énfasis en la importancia de los valores principales y compartiendo su visión para lograr un impacto global. 

January 01, 2015

Whitney MacMillan contaba que nunca seguía los consejos de su padre, Cargill MacMillan, incluso cuando eran buenos consejos, porque “los hijos nunca siguen los consejos de sus padres”. Pero cuando le preguntó a su padre qué debería estudiar, el mayor de los MacMillan le sugirió: “Cuando estés en la Universidad de Yale, toma todos los cursos que puedas sobre lo que no tendrás oportunidad de aprender el resto de tu vida. No estudies comercio, porque cuando comiences a trabajar, aprenderás todo lo que debes saber sobre el comercio, y lo que te enseñen en Yale no te servirá”.

A Whitney le agradó este punto de vista y, en 1951, luego de graduarse de Yale (con un título en Historia), comenzó su carrera en la división de comercialización de aceites vegetales de Cargill. Solo dos años después de comenzar a trabajar en la compañía, Whitney realizó varios cambios de lugar de trabajo: primero se trasladó a la oficina de San Francisco, California, luego a Manila, en Filipinas, donde Cargill necesitaba alguien que administrara la nueva oficina. Cuando regresó a Estados Unidos, en 1956, se incorporó a la división de granos como comerciante de mercancías y más tarde fue nombrado director de promoción de ventas y desarrollo de proyectos.

Whitney, a quienes sus colegas respetaban por sus capacidades para resolver problemas de forma creativa, continuó ascendiendo en Cargill. En 1962, llegó a ser vicepresidente de la compañía; en 1966, ingresó a la junta directiva; y, en 1975, menos de diez años después, asumió la función de presidente. “Whitney tenía un estilo muy personal de liderazgo”, comentó Ernie Micek, que trabajó con Whitney y se convirtió en director ejecutivo de Cargill en 1995. “Le gustaba desafiar a las personas para que pudieran explicar sus ideas y tratar con las personas cara a cara”.

Poco tiempo después del ascenso de Whitney, el entonces director ejecutivo Erwin Kelm le sugirió que organizara el código de ética de la compañía y lo redujera a un enunciado conciso. La compañía siempre había trabajado en pos de mantener una reputación honesta y respetuosa, y no se veía la necesidad de tener un código formal por escrito. Pero, a medida que Cargill se expandió a través de las fronteras internacionales, con la compleja red de culturas y leyes internacionales, resultaba más difícil conservar la transparencia. Whitney resumió los valores de la compañía en una Declaración sobre Conducta Empresarial, que aseguraba que todos los empleados comprendieran las expectativas de Cargill.

Cuando Kelm dejó el cargo, en 1976, Whitney fue nombrado director ejecutivo. Mientras ocupó el puesto, Whitney llevó a la compañía a ingresar en mercados en una escala internacional.

“En el tiempo que trabajé para Cargill, estimo que la compañía logró sacar a más personas de la pobreza que cualquier otra institución del mundo.”
— Whitney MacMillan, director ejecutivo de Cargill

A medida que Cargill se volvía cada vez más internacional, Whitney realizó una declaración oficial de la visión para establecer las metas de Cargill para el futuro, que hacían énfasis en su enfoque para combatir la pobreza en los países en desarrollo: “Seremos los mejores en mejorar la calidad de vida de los cinco mil millones de habitantes del mundo”. Whitney creía que esto sería posible si Cargill aprovechaba sus competencias principales: “Lo lograremos por medio de la compra, almacenaje, transporte y distribución de materias primas básicas. Lo lograremos al promover, innovar y crear competencia y eficiencia en esta cadena de distribución”. Esta visión fue el primer paso de Cargill para convertirse en líder mundial en la nutrición de las personas.

Whitney MacMillan Inpage
Preocupado por el futuro, el líder desarrolla “Una visión para el futuro”, que detalla acciones que le permitirán a Cargill convertirse en líder mundial en la nutrición de las personas. 
 

Whitney, un verdadero visionario, se desempeñó como director ejecutivo hasta 1995, unificó a la compañía global con un conjunto definido de principios y la preparó para comenzar el siglo XXI. Luego de jubilarse, Whitney remarcó: “Operamos en países que colectivamente representan más del 85 % del producto bruto interno del mundo. Y logramos conservar nuestra cultura, nuestros valores y nuestras capacidades en el proceso”. Whitney creía que, en el futuro, si la compañía se mantenía fiel a sus principios, el éxito llegaría: “[Yo] no cambiaría este enfoque en el futuro. Me ceñiría a los conceptos fundamentales”.